viernes, 7 de diciembre de 2012

LA VIDA DE PI (Life of Pi)


Al escritor chino Lin Yutang se le atribuye esta célebre frase: “La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad del hombre que lo mira”. Algo similar ocurre con el Séptimo Arte y, en general, con cualquier otra manifestación artística. La especial conexión entre lo que expresa el artista y lo que siente quien observa su creación depende tanto de la brillantez del primero como de la predisposición del segundo para captar y dotar de significado a su obra. En este caso, para poder disfrutar plenamente de “La vida de Pi” es necesaria una especial inclinación del espectador hacia el cine fantástico, las fábulas, los cuentos y la magia. Si no es así, a pesar de sus méritos técnicos y visuales, su visión puede resultar indigesta y es muy probable que varias de las perlas que esconde su guion pasen desapercibidas, ocultas tras una injusta consideración del largometraje como una narración infantil y falta de sentido.

Ang Lee es un cineasta valiente y todoterreno. Valiente, porque suele embarcarse en proyectos arriesgados a sabiendas de las polémicas y de los posibles problemas económicos que pueden llevar aparejados. Aun así, aborda sus obras con innegable calidad cinematográfica y exquisita fidelidad a su personalidad como artista. Todoterreno, porque se atreve con géneros tan diversos como la acción (“Hulk”), el drama de estilo inglés (“Sentido y sensibilidad”), la comedia (“El banquete de bodas”), la mística y las artes marciales (“Tigre y dragón”), el amor comprometido (“Brokeback Mountain”) o el thriller (“Deseo, peligro”). Buen narrador y gran conocedor de su profesión, sus trabajos nunca son mediocres y siempre se puede extraer algo de interesante de ellos.

“La vida de Pi” se compone de dos partes bien diferenciadas. Sus primeros cuarenta y cinco minutos están llenos de colorido, emotividad y diálogos divertidos. Hasta ese momento presagia ser una biografía imaginativa y entretenida. Pero, posteriormente, el resto del metraje se centra en el naufragio del protagonista y en su soledad en una pequeña barcaza, con la única compañía -y amenaza- de un tigre. Y es aquí donde el realizador capea como puede las enormes dificultades y los numerosos hándicaps para dotar de un ritmo uniforme a la narración. Porque cincuenta minutos girando en torno a una situación tan precaria conducen a que el film resulte, a ratos, monótono y aburrido, a pesar de la permanente vistosidad de sus imágenes. Cambia el tono y la agilidad, lo que va en detrimento de la brillantez, pero en ningún caso deja de ser una experiencia digna de presenciarse. De hecho, es precisamente en este tramo de la proyección donde el tremendo mérito del cineasta se hace más patente. En otras manos, hubiese sido una losa que habría hundido irremediablemente un producto que remonta de nuevo gracias a unos giros de guion que hacen dudar al espectador sobre qué extremos de lo contado ha sido real y cuáles fruto de la imaginación desbordante del protagonista que narra su vida.

Personalmente, prefiero el período inicial, mucho más rico en argumentos y en entretenimiento, con magníficas escenas que reflejan la relación entre el personaje cuando era niño y sus padres, llena de contenidos educativos que invitan a la reflexión. “Creer en todo al mismo tiempo es lo mismo que no creer en nada”. “Prefiero que creas en algo que yo no acepte, a que lo aceptes tú todo a ciegas”. Son solo algunos ejemplos de unos muy bien hilvanados diálogos inscritos en una trama que, aparentemente, -pero solo aparentemente- es un cuento.

Trailer en castellano


Trailer en versión original


Datos del film:

Película: La vida de Pi. Título original: Life of Pi.
Dirección: Ang Lee.
País: USA. Año: 2012. Duración: 127 min. Género: Drama.
Interpretación: Suraj Sharma (Pi Patel), Irrfan Khan (Pi adulto), Tabu (Gita Patel), Rafe Spall (escritor), Adil Hussain (padre de Pi), Gérard Depardieu (Cook).
Guion: David Magee; basado en la novela homónima de Yann Martel.
Producción: David Womark, Gil Netter y Ang Lee.
Música: Mychael Danna.
Fotografía: Claudio Miranda.
Montaje: Tim Squyres.
Diseño de producción: David Gropman.

2 comentarios:

Meg dijo...

Fundamental lo que comentas sobre la necesaria predisposición para disfrutar de la peli. No la tengo, me da que no la voy a disfrutar. Sin embargo mi marido insiste en ir y me temo que le daré una opotunidad, pero no iré nada convencida...pese a que abogas por ela, habla de momentos pesados y aburridos, ains, mucho me tiene que sorprender...

Gerardo Pérez Sánchez dijo...

Bueno, pues ya me comentarás si vas a verla. Más que momentos pesados y aburridos... son momentos en los que se necesita un plus en el espectador de predisposición a la fantasía, para poder digerir el producto. Pero desde luego... es original.