jueves, 30 de junio de 2011

RESACÓN 2, ¡AHORA EN TAILANDIA! (The Hangover Part II)



Basta con citar la filmografía del realizador neoyorkino Todd Phillips para hacerse una idea del tipo de cine que acostumbra a rodar. Los títulos de sus películas son lo suficientemente ilustrativos como para catalogarlas sin necesidad de verlas, ya que en su caso no encaja el mensaje del dicho “las apariencias engañan”. Todo lo contrario. La primera impresión que transmiten sus trailers o la mera denominación de sus proyectos son fiel reflejo de la sensación que permanece en el espectador tras su visionado. Por mencionar solo algunos acudiré a Road Trip: viaje de pirados, Aquellas juergas universitarias, Escuela de pringados, Resacón en Las Vegas o Salidos de cuentas. Todo aquel que no haya visto hasta este momento ninguno de estos largometrajes puede hacerse una idea bastante certera del subgénero cinematográfico al que pertenecen.
Sin embargo, no sería acertado concluir que nos hallamos ante un director ejemplo del humor basto y simplón que nunca ha visto reconocida su trayectoria profesional. Phillips ha estado nominado al Oscar al mejor guión por la inclasificable Borat y ha sido testigo de cómo la citada Resacón en Las Vegas se alzaba con el Globo de Oro a la mejor comedia del año. Asimismo, ha disfrutado de contundentes éxitos de taquilla, entre otros la primera entrega de lo que tiene toda la pinta de que va a convertirse en una saga con muchos resacones posteriores. Su presupuesto de treinta y cinco millones de dólares se multiplicó en lo que a ganancias se refiere hasta alcanzar la cifra de cuatrocientos sesenta en su carrera comercial internacional. Su secuela, aunque parte de una inversión casi doble, ya ha recaudado más de quinientos millones y todavía está en plena promoción, lo que la convierte sin ninguna duda en la comedia más taquillera en Estados Unidos.
Ahora bien, en mi opinión no deja de ser un fenómeno inexplicable, de la misma manera que no entiendo que la adaptación del programa televisivo Jackass pueda tener repercusión alguna en el séptimo arte o que un documental sobre el fenómeno adolescente Justin Bieber pueda auparse al primer puesto de la taquilla. Asimilar el éxito de Todd Phillips no es tarea fácil y, desde luego, va más allá de reconocer un elevado número de seguidores que llenan las salas de cine. Se trata de otra nueva prueba de la decadencia de este género en Norteamérica.
En cuanto a la cinta, hay poco que contar. Quien contempló el resacón inicial en Las Vegas sabe de sobra lo que les espera a los protagonistas en Tailandia: los mismos personajes en similares situaciones y con idéntica fórmula. Puestos a repetir, el ex boxeador Mike Tyson vuelve a hacer de Mike Tyson. Lo que parece garantizado es que esta aventura no defraudará a sus fans, por lo que más pronto que tarde asistiremos al estreno de un tercer resacón en otro enclave. ¿Rio de Janeiro? ¿Bora Bora? Se admiten apuestas.

viernes, 24 de junio de 2011

UN CUENTO CHINO


Existen actores dotados de una capacidad innata para transmitir emociones y sentimientos. Que constituyen siempre un activo indiscutible en una película. Que, en ocasiones, tienen el don de sacar adelante un proyecto casi por sí solos. Que establecen una especial complicidad con el espectador. Que son versátiles y alcanzan registros interpretativos increíbles tanto en la comedia como en el drama. Que, lo que es más difícil, consiguen arrancar sonrisas en medio de una escena enternecedora o, por el contrario, te encogen el corazón durante un diálogo cómico. Son intérpretes conocidos exclusivamente por su faceta profesional, que sacan el máximo jugo posible a sus personajes sin necesidad de salir en ningún medio de comunicación ajeno al séptimo arte. El argentino Ricardo Darín es, sin duda, el vivo ejemplo del modelo que he expuesto anteriormente.
Para todo buen aficionado al cine resulta indispensable disfrutar en Nueve reinas con su recreación de un estafador perseguido por la mala suerte que sueña con un gran golpe que le retire para siempre. Pero, sobre todo, es un verdadero lujo presenciar el memorable tándem que forma a las órdenes de su paisano, el guionista y director Juan José Campanella. En El hijo de la novia borda a ese padre divorciado, dueño de un restaurante, a quien los problemas laborales le superan y los sinsabores de la vida le avasallan. Recrea con solvencia y humor al hombre medio que no logra zafarse de esas recurrentes cuestiones existenciales que se repiten generación tras generación. En El secreto de sus ojos asume el rol de un funcionario judicial que, mientras investiga un brutal asesinato, guarda en silencio sus sentimientos amorosos para mostrarlos cuando ya es demasiado tarde. Estos largometrajes son de visión obligada para cualquier persona, sea o no aficionada al cine.
De modo que decir que Un cuento chino está protagonizada por él supone manifestar el noventa por ciento de las razones por las que merece la pena acudir a la sala de proyección. La cinta narra el encuentro casual de Roberto –personaje encarnado por Darín- con un chino perdido y desorientado que acaba de llegar a Buenos Aires en busca de su único familiar vivo. A pesar de estar separados tanto por el idioma como por la diferente cultura que cada uno de ellos representa, comienzan una convivencia de la que se sirve su director para, a través del humor y la ternura, hacer reflexionar al espectador. El ritmo de la narración es lento en sus inicios y su estilo pausado y lineal marca toda la proyección, aunque la comicidad de la trama juega a su favor. Película divertida y emotiva pese a no alcanzar el nivel de maestría de los títulos citados anteriormente, constituye una apuesta segura que se aleja de la mediocridad generalizada de la actual cartelera.
El bonaerense Sebastián Borensztein se sitúa por tercera vez detrás de las cámaras. Debutó en la realización con La suerte está echada para, posteriormente, rodar Sin memoria, aunque su mayor éxito se lo debe a este último proyecto.

lunes, 20 de junio de 2011

KUNG FU PANDA 2



Desde el momento de su creación en el año 1994, la productora Dreamworks se trazó como objetivo crear una división dedicada al cine de animación que compitiera con la hegemonía de la marca Disney en dicho sector. Este estudio, fundado por el antiguo socio de la factoría del ratón Mickey Jeffrey Katzenberg junto al magnate de la industria discográfica David Geffen y al polifacético y gran cineasta Steven Spielberg, estaba decidido a hacerse con la cuota correspondiente de un mercado prácticamente monopolizado hasta entonces. Sin embargo, sus comienzos no fueron los esperados. Las fuertes inversiones de cintas como Antz, El príncipe de Egipto, Chicken Run o Spirit: El corcel indomable no terminaban de rentabilizarse y la entrada en escena de Pixar y sus obras maestras, con Toy Story a la cabeza, no sólo no acortaba distancias con Walt Disney sino que, irremediablemente, éstas aumentaban.
Comenzado el presente siglo XXI, tres sagas corrigieron la tendencia descendente y Dreamwoks copó los primeros puestos de recaudación y recibió los premios más prestigiosos de la industria. Shrek, Madagascar y Kung Fu Panda enderezaron finalmente un camino cuyo inicio fue muy incierto. De sus cinco películas más taquilleras, tres son de dibujos animados, en concreto las partes una y dos de las aventuras del célebre ogro verde y la primera de Madagascar. Por lo que se refiere a Kung Fu Panda, obtuvo en el año 2008 más de seiscientos millones de dólares en el mercado internacional y, pese a tratarse de una coproducción con Paramount Pictures, supuso un importante espaldarazo del público a la apuesta de este joven estudio por la animación.
Ahora, con la norteamericana de origen surcoreano Jennifer Yuh como directora debutante, llega a la pantalla grande la segunda parte de esta divertida historia. Es evidente que la brecha abierta con los proyectos de Pixar sigue siendo considerable tanto en los aspectos técnicos como en los relativos a personajes y guión. Sin embargo, la secuela que nos ocupa no desmerece si se la compara con su antecesora. No se aprecia, como suele ser habitual en estos casos, una merma en cuanto a la calidad del producto final, puesto que también es entretenido y ágil, además de ofrecer un tipo de comicidad apta para los más pequeños pero que, a su vez, no desagrada a los adultos. Por ello, se confirma la teoría de que, salvo honrosas excepciones, la comedia norteamericana subsiste gracias a los filmes de animación, habida cuenta del notabilísimo retroceso del género en su apartado de imagen real.
En apenas tres semanas después de su estreno, este título ha obtenido más de trescientos cincuenta millones de dólares a nivel mundial. Teniendo en cuenta lo elevado de su presupuesto –alrededor de ciento cincuenta millones- su evolución en la taquilla apunta a un nuevo éxito comercial. Confiemos en que esta rentabilidad no se traduzca en posteriores intentos de insistir en una fórmula probablemente ya agotada que implique una considerable reducción del nivel ofrecido hasta la fecha.

viernes, 17 de junio de 2011

HANNA



El cine británico ha encontrado en Joe Wright a un prometedor director que, a buen seguro, engrandecerá la cinematografía de la que es originario. Sin haber cumplido los cuarenta años, ya ha estrenado buenas películas, alguna de ellas incluso de calidad sobresaliente. Con Orgullo y prejuicio demostró que dominaba a la perfección el género de época -muy representativo del cine inglés- y que, pese a tratarse de su debut en la gran pantalla, no se amilanaba con la adaptación literaria de una escritora de culto como Jane Austen. Pero fue sobre todo en el año 2007 cuando encandiló a crítica y público con su mejor trabajo, Expiación, galardonado con el BAFTA y el Globo de Oro al mejor film del año, y recibiendo asimismo siete nominaciones a los Oscar. Después de dirigir El solista, largometraje que pasó más desapercibido por las carteleras, presenta ahora Hanna, su primera incursión en el cine de acción.
Wright posee una gran habilidad para plasmar en imágenes dramatizaciones intensas de la mano de interesantes personajes y en este campo se mueve con soltura y brillantez. Además, su peculiar estilo visual facilita que sus proyectos resulten originales en cuanto a la presentación y al planteamiento de las historias. En ningún caso se les puede acusar a sus cintas de no aportar nada nuevo o de carecer de estilo propio, como tampoco se les puede calificar de productos prefabricados en serie susceptibles de llevar otra firma distinta de la de su realizador. En este sentido, siempre es un acierto acudir a las salas a contemplar cualquiera de sus obras. Dicho esto, hay que reconocer que, en el género de acción, manifiesta ciertas carencias que, si bien no restan interés al resultado final, provocan que en el caso de Hanna rebaje el nivel de sus predecesoras, principalmente en lo relativo a las escenas de peleas y enfrentamientos, que resultan deslucidas y, hasta cierto punto, poco creíbles. Por ello, agradará más a los aficionados al drama que a aquellos que vayan buscando acción en estado puro.
La trama se centra en una adolescente, educada para ser una asesina implacable que, al toparse cara a cara con el sistema que la ha creado y descubrir sus orígenes, termina por enfrentarse él. La protagonista es Saoirse Ronan, una de las intérpretes de Expiación que, con su papel, optó a la estatuilla de Hollywood a la mejor actriz secundaria. Vale la pena seguir la pista de esta joven neoyorkina, que tiene pendientes de estreno para el próximo año trabajos con Neil Jordan y Andrew Niccol (en este caso, la adaptación al cine de la novela The Host, escrita por Stephenie Meyer, autora de la saga de Crepúsculo). Completan el reparto Eric Bana -a quien recordamos en Munich de Steven Spielberg o Black Hawk derribado de Ridley Scott- y Cate Blanchett, la camaleónica actriz capaz de dar vida a Katherine Hepburn en El aviador o a la reina Isabel I en Elizabeth y que ha participado en films tan destacados como Babel o El curioso caso de Benjamin Button.

viernes, 10 de junio de 2011

¡QUÉ DILEMA! (The Dilemma)



La razón por la que terminé viendo esta película es casi tan dantesca como la misma película en sí. La avalancha de secuelas que se avecinan en las próximas semanas (las segundas partes de Kung Fu Panda, Resacón en Las Vegas y Cars, la tercera de Transformers y la segunda de la séptima entrega de Harry Potter) junto con las que he padecido hace poco (la cuarta de Piratas del Caribe o la quinta de Fast and the Furious) hicieron que me amotinase como los indignados que en estos días toman las plazas de muchas ciudades españolas y me negara en redondo a ver el enésimo largometraje de la saga de X-Men. Debería publicarse un libro similar al de Stéphane Hessel para que los espectadores pudiéramos desahogarnos también ante semejante falta de originalidad cinematográfica. Como si de un acto de rebeldía se tratara, me decanté por el estreno semanal que no derivaba de ningún título del pasado. Pero todo acto de indomabilidad tiene un precio, y en este caso fue el visionado de una cinta aburrida y vulgar.
Es increíble que Ron Howard, realizador de la brillante Una mente maravillosa, de la correcta Apollo XIII y de la emotiva Cinderella Man, pueda haberse sentido atraído por llevar a la gran pantalla una comedia como ésta, basada en una historia así de simplona y en un tipo de humor tan basto. Pero lo más sorprendente es que un film de estas características, sin inversión alguna en efectos especiales, grandes decorados ni diseño de vestuario haya costado la friolera de setenta millones de dólares, dilapidados en rodar una concatenación de escenas que intentan exprimir sin éxito los aspectos cómicos de las relaciones de pareja.
El actor protagonista, Vince Vaughn, sigue sumando a su currículum proyectos en los que interpreta personajes prácticamente idénticos y con muy similares resultados. Tras De boda en boda, Separados, Fred Claus: el hermano gamberro de Santa Claus o Todo incluido, sólo cabe concluir que este último papel no desentona en absoluto con el resto de su filmografía. Más extraño resulta que la gran actriz Jennifer Connelly (sensacional en Casa de arena y niebla, Diamante de sangre y la ya mencionada Una mente maravillosa, por la que ganó el Oscar a la mejor interpretación femenina) se haya embarcado en esta aventura. También desilusiona profundamente contemplar a la otrora musa de la generación X, Winona Ryder, la legendaria Mina del Drácula de Coppola, recordada asimismo por su participación en La edad de la inocencia de Martin Scorsese, deambulando por la cartelera y aceptando papeles secundarios o muy prescindibles.
¡Indignaos, aficionados al cine, porque el nivel de calidad, originalidad y brillantez escasea cada vez más! Pero tened cuidado con las películas que vais a ver en señal de protesta. Yo hubiese hecho mejor apostando por X-Men: Primera generación. Será una secuela o, en este caso, una precuela pero, por lo menos, la factura es impecable y entretiene a los amantes de la ciencia ficción.

viernes, 3 de junio de 2011

EL CASTOR (The Beaver)



Siempre se ha considerado a Jodie Foster como una de las estrellas más atípicas de Hollywood, ya que su brillantez y talento superan la media establecida en la Meca del Cine. Exceptuando a la magistral Meryl Streep, es la intérprete más galardonada y reconocida de la cinematografía norteamericana contemporánea. Ganadora de dos Oscar, tres BAFTA, dos Globos de Oro y un sinfín de galardones concedidos en festivales internacionales, ha logrado figurar por derecho propio en cualquier compendio de la historia del séptimo arte gracias a su faceta de actriz. Sus inicios desde niña en los campos publicitario y televisivo le sirvieron como trampolín para dar un salto prometedor y temprano a la gran pantalla a través de unos personajes duros y complicados que fueron afrontados por la californiana con esa calidad y profesionalidad que han cimentado su permanente fama de actriz de culto. Sus actuaciones en plena adolescencia en títulos como Taxi Driver o La muchacha del sendero (adaptación de la célebre novela de Laird Koenig traducida al español como La niña de las tinieblas) avalaron que sus grandes interpretaciones en la edad adulta no supusieran sorpresa alguna. Acusados y, sobre todo, El silencio de los corderos le otorgaron, además de fama y alabanzas mundiales, la oportunidad de mostrar todo el potencial que poseía. Sin embargo, con posterioridad no volvió a encontrar más papeles intensos y llenos de interés y su actividad como intérprete comenzó a diluirse. Sus proyectos dejaron de ser habituales para convertirse en esporádicos y terminó aceptando ofertas nada acordes con su talento, desentonando así con los envidiables resultados de su trayectoria anterior.
Debutó con muy buenas críticas en el terreno de la dirección firmando El pequeño Tate, un largometraje intimista y de bajo presupuesto donde exploraba la profundidad de sus personajes con inteligencia y sensibilidad. Tras la más irónica A casa por vacaciones presenta ahora El castor, la curiosa historia de un hombre que, tras caer en una profunda depresión, logra salir de ella gracias a una marioneta del citado roedor que le sirve de vehículo para expresarse. El principal problema de la cinta es que sitúa su punto de partida en una premisa tan absurda que lastra irremediablemente todo el conjunto. Por mucho que Foster se esfuerce en extraer de la trama una serie de profundas reflexiones a través de diálogos o escenas con mensaje, lo cierto es que la ridiculez se apodera del metraje y triunfa la sensación de que El castor sólo podría funcionar hipotéticamente como una comedia disparatada, pero nunca como el drama que pretende ser. Por lo tanto, la película decepciona por la sencilla razón de que se esperaba algo mejor de su realizadora, cuya carrera tras las cámaras parece seguir la misma línea descendente que la que ha recorrido como actriz.
El protagonismo del film recae sobre el actor australiano Mel Gibson, que –todo hay que decirlo- desempeña uno de los mejores papeles de su filmografía. Le acompañan en el reparto la propia Jodie Foster y Jennifer Lawrence, joven norteamericana que, con tan sólo veintiún años, ya ha sido nominada a la estatuilla dorada a la mejor actriz por su interpretación en Winter´s Bone y que la próxima semana repetirá en la cartelera con otro estreno - X-Men: Primera generación-. Ella es la única integrante del elenco cuyo personaje mínimamente coherente le ayuda a salvarse de esta historia sin sentido.