viernes, 1 de abril de 2011

SUCKER PUNCH



El director norteamericano Zack Snyder se ha especializado en el género fantástico y, aunque debutó en la gran pantalla en 2004 con la película El amanecer de los muertos, no fue hasta dos años después cuando alcanzó fama mundial gracias a 300, un film que recrea la Guerra de las Termópilas, que enfrentó a tan sólo tres centenares de espartanos con cientos de miles de persas. La mezcla llevada a cabo entre imágenes de realidad y de animación logró captar la atención del público más ávido de propuestas novedosas. Su éxito fue tan rotundo que se recaudaron más de cuatrocientos millones de dólares con una producción cuyo presupuesto no rebasaba los sesenta y cinco. Su mejor trabajo llegó en el año 2009 pero en esta ocasión no consiguió en las taquillas el respaldo que era previsible. Watchmen abordaba nuevamente una narración con una estética visual muy llamativa, a medio camino entre la filmación cinematográfica, la recreación de los videojuegos y el formato de los videoclips musicales. Pero, además de una moderna presentación, este largometraje contaba con una trama y un guión más elaborado, convirtiéndolo en el proyecto más completo de su realizador. Sin embargo, sus ciento ochenta millones de recaudación a nivel mundial apenas pudieron compensar su elevado coste de producción. Después de un título de corte más infantil estrenado el pasado año - Ga´Hoole: La leyenda de los guardianes- Snyder retoma con Sucker Punch sus principales señas de identidad.
Preocupado en exceso por plasmar en la pantalla las imágenes más impactantes, vive en una especie de universo propio que transmite a base de recreaciones irreales. Ese es el motivo por el que en Norteamérica suelen referirse a él como “el visionario”. El principal problema radica en que ese torrente de imaginación y esa estética moderna sólo sirven para atrapar al espectador durante los primeros minutos de proyección. Después, a falta de historia convincente, de personajes interesantes y de diálogos inteligentes el producto final desciende hasta convertirse en una propuesta un tanto vacía, aunque presentada con imaginación y en un atrayente envoltorio. Y es que lo que aquí falla es su base, lo que se pretende contar, pese a que su artífice ponga todo de su parte para contarlo de la mejor manera posible. Aun así, su esfuerzo le ha servido para alcanzar el segundo puesto de la taquilla estadounidense el pasado fin de semana, idéntica posición que en España, donde ya ha superado la cifra de diecinueve millones de dólares.
En el apartado interpretativo cabe resaltar la participación de algunos destacados actores asumiendo papeles secundarios. Entre ellos figura Scott Glenn, al que hemos podido ver en, entre otras, El silencio de los corderos, La caza del octubre rojo o El ultimátum de Bourne. También forma parte del reparto Carla Gugino, que también colaboró en Watchmen y en la saga juvenil Spy Kids. Pero las verdaderas protagonistas de la historia son un grupo de jóvenes actrices cuya cara más conocida es la de Vanessa Hudgens, famosa internacionalmente por su papel en las tres entregas de High School Musical.

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