viernes, 12 de noviembre de 2010

CAZA A LA ESPÍA


Las películas de acción se pueden clasificar básicamente en dos tipos: las que tienden a compaginar la trama con la comedia y las que prescinden de esa posibilidad para centrarse en los aspectos dramáticos, potenciando así la intensidad de la historia. Según se opte por una u otra vía, el resultado es muy diferente. La mayoría de los largometrajes de este género protagonizados por el actor Will Smith, desde Dos policías rebeldes a Men in Black o la propia Independence Day son ejemplos del primer grupo y sólo se pueden digerir por estar condimentados como comedias. Con independencia de una mayor o menor dosis de acción, su metraje está salpicado constantemente de chistes y situaciones cómicas. Por el contrario, la saga Bourne, compuesta por tres cintas magistrales en las que el protagonista no sonríe en ninguna toma, ni va de gracioso mientras lucha cuerpo a cuerpo o dispara a discreción, formaría parte del segundo grupo. Dejando a un lado las preferencias del público por cada una de estas propuestas, lo cierto es que los productos resultantes no tienen nada que ver y lo normal es que un realizador especializado en este tipo de cine se centre en uno de los dos modelos, siendo inusual encontrar a alguno que logre tener éxito en ambos formatos. Doug Liman es uno de esos directores y de él se puede afirmar que ha triunfado en ambos subgéneros cinematográficos. Responsable precisamente de El caso Bourne, origen de la célebre trilogía, y de Sr. y Sra. Smith, el proyecto que unió profesional y sentimentalmente a Brad Pitt y a Angelina Jolie, es un todoterreno que tan pronto produce una comedia independiente como Besando a Jessica Stein como dirige películas de acción, se coloca detrás de las cámaras para rodar episodios de una serie de televisión como O.C., ejerce de director de fotografía o, incluso, trabaja como actor. Dicho esto, es sin duda su dedicación al cine de acción la que le ha reportado fama mundial y con la que ha obtenido sus mejores resultados económicos.
En Caza a la espía se enfrenta a la adaptación a la gran pantalla de una historia real centrada en un matrimonio formado por una agente de la CIA y un diplomático. En cierto momento, la identidad de la mujer se filtra a los medios de comunicación como castigo por el mal comportamiento de su marido, poco obediente a las órdenes que le llegan desde los centros norteamericanos del poder. Sin alcanzar el nivel de El caso Bourne, Liman consigue, gracias a su reconocida habilidad para manejar la intriga, el objetivo prioritario de entretener. Si el espectador aficionado es capaz de obviar la horrorosa traducción al español del título original -Fair Game- no saldrá defraudado, aunque es improbable que mencione esta película entre sus preferencias. En definitiva, el resultado final es digno pero no aporta ni brillantez, ni originalidad ni escenas especialmente memorables. Su listón con Bourne se situaba a una altura lo suficientemente elevada para no poder superarlo con facilidad.
La pareja protagonista la integran los siempre eficaces Naomi Watts y Sean Penn, quienes ya habían trabajado juntos en el excepcional y contundente drama 21 gramos, por cuyo papel ella recibió una nominación al Oscar a la mejor actriz principal. Esta australiana de origen británico es una intérprete llena de talento y versatilidad. Sus participaciones en El velo pintado, Promesas del este o Madres e hijas son claras muestras de su buen hacer. Por su parte, Sean Penn ya luce en sus vitrinas dos premios de la Academia de Hollywood por sus actuaciones en Mi nombre es Harvey Milk y Mystic River y también ha asumido el reto de la dirección cinematográfica en dos ocasiones con las originales e interesantes Hacia rutas salvajes y Extraño vínculo de sangre.

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