viernes, 26 de noviembre de 2010

HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE


El fenómeno “Harry Potter” trasciende a la industria cinematográfica. Desde el punto de vista literario es uno de los éxitos más contundentes de las últimas décadas y, en la gran pantalla, los más de cinco mil cuatrocientos millones de dólares recaudados por sus seis primeras entregas la hacen merecedora de ser considerada como la saga más taquillera de la historia del cine. Todas esas cintas figuran en la lista de los treinta largometrajes que más dinero han recaudado por la venta directa de entradas. Semejantes números reflejan a todas luces que las historias del joven mago y sus amigos gustan mucho al público de todo el planeta. Si ya un éxito de esa magnitud es difícil de lograr, concatenar seis seguidos en apenas nueve años es algo que, sencillamente, sólo ha conseguido el personaje salido de la mente de la escritora británica J.K. Rowling.
La adaptación de su séptima novela se ha dividido en dos partes para proceder a su adaptación cinematográfica, estrenándose ahora la primera y estando prevista la segunda para el próximo año. Cada una de las entregas mantiene una calidad de realización técnica impecable. No es menos cierto que, a medida que se estrenaba una nueva aventura, el nivel de originalidad descendía y, por lo tanto, la capacidad del espectador para sorprenderse y verse impactado menguaba pero, en comparación, la intensidad narrativa y las dosis de acción y misterio aumentaban. El niño que protagonizó en 2001 el inicio de estas adaptaciones literarias es ahora un joven y la evolución de su personaje influye en el modo de contar la historia. El tono infantil y de cuento mágico de Harry Potter y la piedra filosofal se ha diluido en favor de tramas más oscuras y siniestras que se han apoderado del estilo de la saga desde hace algunas entregas. Por esa razón, la calificación de autorizada para todos los públicos se ha transformado en no recomendada para menores de trece años.
En Las reliquias de la muerte, Harry, Ron y Hermione se deciden a acabar con el malvado lord Voldemort, pero lo hacen solos, sin la ayuda de sus profesores del centro Hogwarts ni del maestro Dumbledore y, además de los peligros del mundo de la magia oscura, tendrán que lidiar con los roces y problemas que surgen entre los tres amigos. El film es, ante todo, un espectáculo visual en el que su director, David Yates, responsable de las dos anteriores entregas (y de la segunda parte de esta séptima), mantiene el mismo tono sombrío. Es verdad que es imprescindible ser muy fan de Potter para, tras tantas películas en tan poco tiempo, seguir mostrando interés por una historia que se torna un poco enrevesada, dicho lo cual, las pruebas indican que, efectivamente, lo que le sobran al joven mago son seguidores.
El elenco artístico se mantiene y, junto al juvenil trío protagonista, podemos encontrar en papeles secundarios a un irreconocible Ralph Fiennes (El paciente inglés, El lector, El jardinero fiel), a la cada vez más estrambótica Helena Bonham Carter (protagonista de buena parte de la filmografía de su compañero sentimental Tim Burton además de las recomendables El club de la lucha o Las alas de la paloma) o Alan Rickman, camaleónico actor británico que ha participado en títulos tan dispares como Jungla de cristal o Love Actually. Conviene destacar la banda sonora de Alexandre Desplat aunque, por más que pasen los años y se sucedan las entregas, la tema central de Harry Potter se identifica inevitablemente con el que compuso el maestro por excelencia John Williams que, aunque ya esté retirado, sigue ostentando el record de ser el hombre vivo con más nominaciones a los Oscar.

viernes, 19 de noviembre de 2010

BON APPÈTIT


El festival de cine español de Málaga se está convirtiendo en una de las mejores plataformas para que los jóvenes cineastas que comienzan puedan dar a conocer sus trabajos y que éstos tengan una salida más favorable al mercado cinematográfico y, desde el año 1998, otorga sus premios a través de la denominada “Biznaga de Oro”. El otro lado de la cama o Azuloscurocasinegro son ejemplos de cintas galardonadas en pasadas ediciones. Y este año, si bien el premio a la mejor película recayó en Rabia, del ecuatoriano Sebastián Cordero, una de las más reconocidas fue Bon appétit, que se hizo con los premios del jurado, mejor guión, actor principal y una mención especial a la mejor actriz. Seguramente todos estos reconocimientos han servido para que su carrera comercial se dispare de forma sustancial y goce de una difusión de la que, en otras circunstancias, carecería.
Su director, David Pinillos, que debuta en el largometraje con esta interesante propuesta, sin que ello signifique que sea un desconocido para la industria del cine. Le avala una larga trayectoria como editor (lo que en España se conoce como montador), habiendo sido nominado al Goya en esta categoría por Gordos, aunque su labor destaca en otros títulos como Salir pitando o El juego de la verdad. Ya en el año 2007 se puso detrás de la cámara para rodar el cortometraje Dolly y es ahora cuando presenta su primer proyecto como realizador. Bon appétit lleva como ilustrativo subtítulo “Historias de amigos que se besan” y cuenta la historia de una pareja que, si bien se presenta como de amigos, alberga unos sentimientos y un modo de expresarlos que traspasan manifiestamente la frontera de la amistad para introducirse en el ámbito de una relación sentimental al uso. La cinta se adentra en esos terrenos pantanosos en los que se extienden las equívocas fronteras que separan la amistad del amor, y no sólo por lo que pudiera implicar de engaño a la pareja que se podría denominar “oficial”, sino por el nivel de “autoengaño” que para sus protagonistas llevan aparejados esos ambiguos sentimientos. Por esta razón, resulta sorprendente que, tanto su tráiler como buena parte de su publicidad se refiera a Bon appétit como una comedia romántica. En todo caso, nos hallaríamos ante un drama romántico que no tiene nada de comedia.
Se trata de una buena película que agradará mucho a quienes gusten de las narraciones lentas y de las historias basadas en los diálogos de los personajes. Bonita y sensible, alcanza sus mejores momentos cuando la pareja coincide en pantalla, en las escenas en las que habla por teléfono, pasea o está junta. Sin embargo, cuando ellos no están presentes, la falta de ritmo se hace notar con mayor contundencia y resulta más patente el tono excesivamente pausado del metraje.
El actor protagonista es el español Unax Ugalde, a quien hemos podido ver en algunas series televisivas como Periodistas o Cuéntame cómo pasó. En cine destacó en Héctor (por cuya interpretación recibió una nominación al Goya), Alatrist, Che,el argentino y El amor en los tiempos del cólera. Por su parte, Nora Tschirner, actriz alemana apenas conocida, ha demostrado su extraordinaria valía gracias a este papel, siendo posiblemente lo mejor de toda la película. Completa el elenco, aunque en un segundo plano, el protagonista de la premiada La vida de los otros, Herbert Knaup.

viernes, 12 de noviembre de 2010

CAZA A LA ESPÍA


Las películas de acción se pueden clasificar básicamente en dos tipos: las que tienden a compaginar la trama con la comedia y las que prescinden de esa posibilidad para centrarse en los aspectos dramáticos, potenciando así la intensidad de la historia. Según se opte por una u otra vía, el resultado es muy diferente. La mayoría de los largometrajes de este género protagonizados por el actor Will Smith, desde Dos policías rebeldes a Men in Black o la propia Independence Day son ejemplos del primer grupo y sólo se pueden digerir por estar condimentados como comedias. Con independencia de una mayor o menor dosis de acción, su metraje está salpicado constantemente de chistes y situaciones cómicas. Por el contrario, la saga Bourne, compuesta por tres cintas magistrales en las que el protagonista no sonríe en ninguna toma, ni va de gracioso mientras lucha cuerpo a cuerpo o dispara a discreción, formaría parte del segundo grupo. Dejando a un lado las preferencias del público por cada una de estas propuestas, lo cierto es que los productos resultantes no tienen nada que ver y lo normal es que un realizador especializado en este tipo de cine se centre en uno de los dos modelos, siendo inusual encontrar a alguno que logre tener éxito en ambos formatos. Doug Liman es uno de esos directores y de él se puede afirmar que ha triunfado en ambos subgéneros cinematográficos. Responsable precisamente de El caso Bourne, origen de la célebre trilogía, y de Sr. y Sra. Smith, el proyecto que unió profesional y sentimentalmente a Brad Pitt y a Angelina Jolie, es un todoterreno que tan pronto produce una comedia independiente como Besando a Jessica Stein como dirige películas de acción, se coloca detrás de las cámaras para rodar episodios de una serie de televisión como O.C., ejerce de director de fotografía o, incluso, trabaja como actor. Dicho esto, es sin duda su dedicación al cine de acción la que le ha reportado fama mundial y con la que ha obtenido sus mejores resultados económicos.
En Caza a la espía se enfrenta a la adaptación a la gran pantalla de una historia real centrada en un matrimonio formado por una agente de la CIA y un diplomático. En cierto momento, la identidad de la mujer se filtra a los medios de comunicación como castigo por el mal comportamiento de su marido, poco obediente a las órdenes que le llegan desde los centros norteamericanos del poder. Sin alcanzar el nivel de El caso Bourne, Liman consigue, gracias a su reconocida habilidad para manejar la intriga, el objetivo prioritario de entretener. Si el espectador aficionado es capaz de obviar la horrorosa traducción al español del título original -Fair Game- no saldrá defraudado, aunque es improbable que mencione esta película entre sus preferencias. En definitiva, el resultado final es digno pero no aporta ni brillantez, ni originalidad ni escenas especialmente memorables. Su listón con Bourne se situaba a una altura lo suficientemente elevada para no poder superarlo con facilidad.
La pareja protagonista la integran los siempre eficaces Naomi Watts y Sean Penn, quienes ya habían trabajado juntos en el excepcional y contundente drama 21 gramos, por cuyo papel ella recibió una nominación al Oscar a la mejor actriz principal. Esta australiana de origen británico es una intérprete llena de talento y versatilidad. Sus participaciones en El velo pintado, Promesas del este o Madres e hijas son claras muestras de su buen hacer. Por su parte, Sean Penn ya luce en sus vitrinas dos premios de la Academia de Hollywood por sus actuaciones en Mi nombre es Harvey Milk y Mystic River y también ha asumido el reto de la dirección cinematográfica en dos ocasiones con las originales e interesantes Hacia rutas salvajes y Extraño vínculo de sangre.

viernes, 5 de noviembre de 2010

THE TOWN: CIUDAD DE LADRONES


Ben Affleck es de ese tipo de actores que proyecta una imagen personal radicalmente contraria a la que debería transmitir en su faceta profesional. Durante su relación sentimental con la actriz y cantante de origen puertorriqueño Jennifer López participó en varios proyectos claramente prescindibles, circunstancia que unida a su aspecto un tanto macarra, no ha resultado de gran ayuda para el desarrollo de su carrera artística. Sin embargo, si se analiza el conjunto de su filmografía, se debe concluir que nos hallamos ante un cineasta que vale la pena tener en cuenta. En su labor como guionista, obtuvo, en colaboración con su íntimo amigo y magnífico actor Matt Damon, un Oscar y un Globo de Oro gracias a la cinta El indomable Will Hunting. Como realizador detrás de la cámara fue el responsable de la interesante Adiós, pequeña, adiós, película premiada por la National Board of Review y por las Asociaciones de Críticos de Chicago, Boston y Austin. Ahora asume la dirección de The Town: ciudad de ladrones, con la que una vez más ha logrado una acogida más que notable tanto por parte de la crítica especializada como por el público a quien va dirigida. En el fin de semana de su estreno se colocó en el número uno de la taquilla estadounidense y, hasta el momento, ha recaudado cerca de noventa millones de dólares en Norteamérica, un éxito de rentabilidad para una producción que costó apenas cuarenta millones. Es cierto que, como intérprete, su trayectoria puede calificarse de errática y, de hecho, su actuación en este último largometraje avala que el punto débil del californiano es sin duda el interpretativo. En la actualidad está rodando a las órdenes del extraño director Terrence Malick un film en el que comparte cartel con Javier Bardem, Rachel Weisz y Rachel McAdams. Tal vez en esta ocasión consiga finalmente despuntar en un terreno que se le resiste.
The Town: Ciudad de ladrones es un thriller intenso en el que se cuenta una historia sustentada sobre los tres pilares que forman la directora de una sucursal bancaria, un experto atracador y el policía encargado de seguir la pista del delincuente. La acción, salpicada por unas dosis de intriga más que aceptables, gira de modo interesante y entretenido alrededor de este triángulo. No obstante, su principal lastre es que refleja una temática que ya ha sido tratada repetidas veces en otros muchos largometrajes de indudable calidad, dejando al descubierto su peligrosa tendencia a la reiteración e, incluso, a la copia. Determinadas escenas recuerdan inevitablemente a títulos como Copland, Heat o Le llaman Bodhi, por citar sólo algunas muestras del género. Además, su montaje resulta algo tramposo y peca de jugar con el espectador. Affleck se recrea en la narración pausada de numerosas escenas y se centra en las relaciones establecidas entre los personajes, señas particulares de identidad que ya mostrase en la citada Adiós, pequeña, adiós. A medida que avanza la proyección la trama gana en intensidad, con lo que los aficionados a este tipo de género cinematográfico no se sentirán defraudados y abandonarán la sala de proyección con un buen sabor de boca. En definitiva, una apuesta que, sin llegar a entusiasmar, agradará a los amantes de los thrillers policíacos.
Junto a Ben Affleck, completan el reparto Rebecca Hall, a quien hemos visto en Vicky, Cristina Barcelona o El desafío: Frost contra Nixon y Jeremy Renner, uno de los protagonistas de la aclamada En tierra hostil y de 28 semanas después. Los secundarios de lujo Pete Postlethwaite – Origen, El jardinero fiel, En el nombre del padre- y Chris Cooper -El caso Bourne, Seabiscuit, Syriana- dan muestras de su inmenso talento y versatilidad. Por último, la joven actriz Blake Lively, que alcanzó cierta repercusión por su intervención en la serie televisiva Gossip Girl interpreta un papel secundario.