lunes, 12 de julio de 2010

ECLIPSE

La pasada semana tuvo lugar el estreno mundial del tercer título de la saga Crepúsculo y, como era previsible, lo hizo batiendo records. El film se exhibió en Estados Unidos en la sesión de medianoche del martes y, pese a lo inusual del día y de la hora, los ingresos de ese único pase superaron los treinta millones de dólares, acumulando en las siguientes cinco jornadas tan sólo en el mercado norteamericano más de ciento sesenta. Es más que evidente que este fenómeno de masas avanza en clara progresión puesto que, si la primera parte rozó los cuatrocientos millones de dólares de recaudación internacional y la segunda superó los setecientos, esta tercera puede suponer para su productora Summit Entertainment uno de los negocios más rentables de la industria del cine en las últimas décadas.
El proyecto aglutina a defensores y detractores, si bien los números evidencian un multitudinario grupo de fans incondicionales que disfrutan con las aventuras de Bella Swan, Edward Cullen y Jacob, a medio camino entre lo romántico y lo fantástico. También existen personas muy críticas con estas producciones, considerándolas un subproducto para adolescentes poco exigentes e ideadas artificialmente por la productora para alargar y rentabilizar un éxito inesperado aunque carente de una trama mínimamente interesante. Con independencia de lo respetable que pueda resultar cada una de dichas posturas enfrentadas, resulta discutible esa imputación que les convierte en meros vehículos de enriquecimiento de avispados productores. No hay que olvidar que estos relatos ya estaban a la venta en las librerías con años de antelación a sus adaptaciones para la gran pantalla. Además, cuando un fenómeno funciona de manera tan indiscutible tanto en formato literario como audiovisual es de justicia observarlo con más respeto. Dicho esto, es verdad que esta tercera entrega presenta importantes inconvenientes que juegan en su contra. Al descenso de frescura y originalidad en comparación con sus antecesoras se une el reducido plazo de tiempo entre proyección y proyección, que influye negativamente en las expectativas que genera. Además, al público le cuesta cada vez más sentirse impactado por personajes y situaciones con tendencia a la repetición. Y es que el triángulo formado entre la humana, el vampiro y el hombre-lobo, más las consecuencias de la incompatibilidad entre un amor de pareja en el primer caso y una pseudo-amistad en el segundo, son otra vez el centro de esta historia, fiel a su estética fría y postmoderna.
Siguiendo la costumbre de asignar a cada largometraje un director diferente, el elegido es el británico David Slade, que llamó la atención en 2005 con la irreverente, extraña y un tanto cargante Hard Candy. La realización del próximo título de la saga, Amanecer, recaerá en Bill Condon (Dioses y monstruos, Dreamgirls) aunque se prevé que, en este caso, la adaptación de la novela homónima se ruede en dos cintas, que llegarán a las salas en 2011 y 2012 respectivamente. Parece que aquí sí puede concluirse que la avaricia de los productores primará sobre la finalidad artística de la obra de Stephenie Meyer. Sus mediáticos protagonistas Kristen Stewart, Robert Pattinson y Taylor Lautner repiten personajes. Los espectadores más atentos reconocerán a la joven actriz Anna Kendrick, nominada en la categoría de mejor actriz de reparto en la última edición de los Oscar de Hollywood por su espléndida actuación en la muy recomendable Up in the Air.

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