miércoles, 24 de junio de 2009

CORAZÓN DE TINTA

Siguiendo con la moda de adaptar para la gran pantalla los éxitos editoriales más relevantes, la industria cinematográfica norteamericana se ha fijado en esta ocasión en Cornelia Funke, escritora especializada en literatura infantil y juvenil nacida en Alemania en 1958. En el año 2004 publicó la obra Corazón de tinta, cuya historia prosiguió en otras dos entregas tituladas Sangre de tinta y Muerte de tinta, en 2005 y 2008 respectivamente. Pero la creación literaria de esta germana afincada en Los Ángeles no se detuvo en esta saga sino que se extendió a otros personajes que, aunque no han alcanzado la repercusión de ventas de la trilogía de Mundo de tinta, sí le han aupado a una destacada posición dentro del sector bibliográfico dedicado a los menores y, en consecuencia, a obtener una reconocimiento profesional más que notable. Son ya cuatro los libros editados sobre el personaje de Hugo el fantasma y cinco los que narran las aventuras de Las gallinas locas. Parece lógico que su traducción al lenguaje cinematográfico dependa en buena medida del éxito que obtenga en la taquilla esta primera adaptación.
El peculiar director londinense Iain Softley se ha hecho cargo de la realización. Debutó detrás de la cámara con una cinta musical titulada Backbeat, en la que se reflejaban los inicios de la legendaria banda The Beatles. Posteriormente dirigió el thriller Hackers (Piratas informáticos) protagonizado por Angelina Jolie y también ha sido el responsable de otros largometrajes de difícil clasificación como K-Pax, donde la pareja formada por Kevin Spacey –dando vida a un extraterrestre- y Jeff Bridges –en la piel de un psiquiatra que convierte al alien en objeto de estudio- trataron de salvar un proyecto que terminó resultando muy fallido. Pero fue en 1997 cuando rodó el que, indiscutiblemente, es su mejor trabajo, Las alas de la paloma, drama romántico de época en el que su actriz protagonista, la excéntrica Helena Bonham-Carter, firma su mejor interpretación hasta la fecha. La película recibió cuatro nominaciones a los Oscar, incluyendo las de mejor actriz y mejor guión y es una buena muestra de cómo combinar con acierto la descripción de los personajes con una trama muy interesante que, sumadas a su destacada ambientación y a una excelente banda sonora, la convierten en visión imprescindible para los amantes del género.
Ahora Softley cambia nuevamente de registro y aborda un tradicional film de aventuras fantásticas que tiene su origen en un mundo imaginario proveniente de un libro, en la línea de Harry Potter o Las Crónicas de Narnia. Conviene advertir que sólo los verdaderos entusiastas de este tipo de cine valorarán el producto en su justa medida ya que, de no ser así, puede resultar cansina y carente de alicientes. Corazón de tinta presenta la relación de un padre y una hija, grandes devotos de la lectura y, más concretamente, de leer en voz alta. Poseen un don especial, de tal manera que, cuando recitan, logran que uno de los personajes de su libro se traslade al mundo real y que una persona de ese mundo real se introduzca en el mundo imaginario del libro. Estos extraños poderes son los que finalmente terminan por desencadenar la intensa acción que desprende la propia narración.
El actor Brendan Fraser, un habitual del cine destinado a todos los públicos (George de la Jungla, La momia) es el protagonista principal. Le acompañan la siempre impecable Helen Mirren (Oscar a la mejor actriz por su recreación de la soberana británica Isabel II en La reina) y Paul Bettany (El Código Da Vinci, Una mente maravillosa). Como curiosidad, cabe mencionar que la excelente actriz Jennifer Connelly, esposa de Bettany, aparece en un breve cameo.

jueves, 18 de junio de 2009

7 MINUTOS

Los inicios profesionales de la directora y guionista argentina Daniela Fejerman están estrechamente ligados a los de su colega española Inés París, con la que ha colaborado en sus primeros proyectos cinematográficos. Han participado de forma conjunta en los filmes Sé quién eres, Semen: una historia de amor y A mi madre le gustan las mujeres, cinta que les supuso la nominación al Goya a la mejor dirección novel. Exceptuando el primer título citado anteriormente (donde únicamente se hizo cargo del guión), el resto son comedias disparatadas que se amoldan a la perfección a los estereotipos del humor patrio. Siguiendo la misma línea de sus antecesoras presenta ahora 7 minutos, su debut en la dirección en solitario.
El largometraje es un vehículo diseñado para reflejar las dificultades que en la sociedad actual encuentran una serie de personas aparentemente diferentes entre sí pero que comparten un nexo común: la soledad. Son individuos que están solos y quieren dejar de estarlo y, para lograr ese fin, acuden a sesiones de citas rápidas que se conciertan en internet a través de agencias de contactos. Cada uno de ellos dispondrá en cada nuevo encuentro de siete escasos minutos para convencer a su futurible pareja de haber encontrado lo que está buscando. Este reciente sistema de relaciones interpersonales está cobrando últimamente mucha fuerza en un mundo donde los contextos que favorecen los encuentros afectivos para encontrar el amor en el menor tiempo posible son cada vez más reducidos. Y la mejor manera de tratar un asunto tan serio, según la propia directora y su coguionista y actual ministra de Cultura Ángeles González Sinde, era hacerlo en tono de comedia.
Para ello, han contado con un reparto de tipo coral integrado por experimentados actores de la escena española que encajan muy acertadamente en sus personajes. Cada uno de ellos aborda la recreación de una identidad muy reconocible socialmente hablando y que va desde el macarra guapo o el separado en busca de una segunda oportunidad hasta la mujer exigente que no encuentra a nadie que esté a su altura o el joven que duda sobre su identidad sexual. Destaca la tinerfeña Toni Acosta quien, tras licenciarse en Derecho en la Universidad de La Laguna, se trasladó a Madrid para perseguir su sueño de ser actriz. Sus inicios tuvieron lugar en la pequeña pantalla en series tan populares como Policías y Un paso adelante. Sin embargo, donde ha logrado mayor reconocimiento ha sido en el medio teatral, participando en obras como 5 mujeres.com, La tentación vive arriba, El método Grönholm y Ana en el trópico, por cuya interpretación optó al premio Max a la mejor actriz de reparto. También ha trabajado a las órdenes de José Luis Garci en Luz de domingo. En 7 minutos vuelve a hacer gala de su intensa comicidad, lo que le ha valido el premio a la mejor actriz secundaria en el reciente Festival de Cine de Málaga. La acompañan las actrices Marta Etura (Azuloscurocasinegro, Las trece rosas) en su primer papel cien por cien cómico y Pilar Castro (Días de fútbol, Los dos lados de la cama). Les dan una réplica meritoria Antonio Garrido (Camarón, El camino de los ingleses), Asier Etxeandia (El próximo Oriente, Mentiras y gordas) y Luis Callejo (El penalti más largo del mundo, Princesas).

miércoles, 10 de junio de 2009

LOS MUNDOS DE CORALINE

Pese a que Henry Selick no es un realizador muy conocido a nivel popular, es justo considerarlo uno de los más grandes cineastas del género de animación de la historia del séptimo arte y no porque cuente con un número considerable de cintas. Su filmografía es más bien reducida pero en ella se pueden encontrar auténticas joyas cinematográficas, cuando no obras maestras. En el año 1993 dirigió la magnífica Pesadilla antes de Navidad, film que se vincula directamente a Tim Burton, de cuya mente brillante y atormentada nacieron la historia y sus personajes, pero que se realizó bajo la batuta del competente Selick. Esta obra, que desprende fantasía y originalidad en cada uno de sus fotogramas, cuenta además de con una trama y unos tipos interesantísimos, con una de las mejores bandas sonoras de la década de los noventa, por lo que funciona perfectamente tanto en su vertiente visual como musical gracias a unas canciones memorables cantadas en versión original por su propio compositor, el magistral Danny Elfman. De hecho, los reconocimientos de esta producción trascienden el ámbito cinematográfico, como lo demuestra el hecho de que fue nominada al Grammy, premio musical por excelencia. Su éxito fue espectacular y recaudó más de setenta millones de dólares sólo en Estados Unidos, una cifra muy respetable para un proyecto de sus características. Tres años después asumió la dirección de James y el melocotón gigante que, aunque no alcanzó el nivel de su predecesora, también merece los calificativos de original e imaginativa. Ahora presenta su última propuesta bajo el título de Los mundos de Coraline.
La obra literaria en la que está basada fue escrita por el inglés Neil Gaiman, quien ha demostrado su dominio tanto del cómic y la novela gráfica (es el autor del personaje de Sandman) como el de la literatura en general. Ha obtenido los más relevantes galardones de las publicaciones de terror y ciencia-ficción, como el Bram Stoker (otorgado por la Asociación de Escritores de Horror) y el Hugo (elegido por los autores especialistas en el género fantástico). Y fue precisamente en 2003 cuando se hizo acreedor de ambas distinciones por su novela Coraline. No estamos, pues, ante un cuento infantil en sentido estricto aunque, indudablemente, es un sector del público al que también va dirigida, máxime por su condición de cine de animación.
La trama gira en torno a una niña con unos padres excesivamente ocupados que, tras un cambio de residencia, se siente presa de un aburrimiento insoportable. La situación cambia radicalmente cuando descubre en una habitación de su nueva casa una puerta que la transporta a una realidad paralela, una especie de segunda dimensión donde, aparentemente, todo aquello que forma parte de su mundo se repite en una copia mejorada, así que la protagonista decide optar por ese universo ideal y prescindir del real. Sin embargo, en poco tiempo comprobará que no es oro todo lo que reluce y, al pretender volver sobre sus pasos, lo tendrá sumamente difícil.
Los mundos de Coraline no alcanza la maestría de aquella Pesadilla antes de Navidad protagonizada por el inquietante personaje de Jack Skellington pero hereda buena parte de su espíritu y de su estética, de modo que encandilará a los amantes del género. Además, constituye un inteligente y recomendable entretenimiento para los más pequeños de la casa. Su moraleja final no es otra que la que ya saliera de boca del personaje de Meryl Streep en Memorias de África: “Cuando los dioses quieren castigarnos atienden nuestras plegarias”.

lunes, 8 de junio de 2009

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES

Históricamente, la trayectoria de la cinematografía sueca se había limitado a la fama de su figura más emblemática, el realizador Ingmar Bergman, quien obtuvo el Oscar al mejor film de habla no inglesa por Fanny y Alexander, el premio honorífico Irving Thalberg y nueve nominaciones más a los preciados galardones de la Academia de Hollywood, y al éxito de sus dos actrices más consagradas, Greta Garbo e Ingrid Bergman. Resulta, pues, evidente que nos encontramos ante una industria minoritaria y poco conocida. Ha tenido que surgir un fenómeno literario de enorme repercusión mundial para revitalizar el séptimo arte del país nórdico.
El periodista y escritor Stieg Larsson ejercía como redactor en una revista de investigación de línea izquierdista (igual que el protagonista de Los hombre que no amaban a las mujeres) que en el año 2004 entregó a una editorial los manuscritos de tres novelas. Junto a la que ahora se estrena en su adaptación para el cine figuraban La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire (ésta última pendiente de publicación). Las dos primeras han conseguido una espectacular aceptación por parte del público de medio mundo pero, por desgracia, Larsson no ha podido disfrutar de su triunfo en vida ya que murió precisamente en 2004 sin llegar a conocer las millonarias cifras de ventas de sus obras.
La pantalla grande no podía dar la espalda a un producto que había conectado con millones de lectores de forma tan repentina como inesperada y, en un escaso período de tiempo, la adaptación cinematográfica de la primera novela era una realidad. En breve, llegará a las salas de proyección el segundo título de la saga Millennium. Este thriller de producción sueca cuenta la historia de una familia muy poderosa, uno de cuyos miembros decide contratar a un periodista caído en desgracia y a una muy peculiar “hacker” informática para investigar un supuesto crimen ocurrido cuatro décadas atrás, en concreto la desaparición de una joven integrante del clan que, al parecer, pudo terminar en asesinato. En el proceso de investigación van descubriendo que ese caso concreto está interrelacionado con otros crímenes rituales de mujeres.
La película está rodada con una estética sobria muy alejada del habitual estilo de las grandes producciones norteamericanas y su principal acierto reside en la creación de una trama muy interesante basada en un misterio que, efectivamente, engancha al espectador para, desde ese punto de partida, entretener a través de la vía del suspense. Sus protagonistas, originarios también de Suecia, pueden calificarse de atípicos, de modo que esa mezcla de originalidad y realismo engrandece el resultado final. Paradójicamente, las cualidades que garantizan a los amantes del suspense un film de visión intensa son las mismas que le impiden dar el salto cualitativo de los grandes títulos que han encumbrado al thriller como uno de los más grandes géneros cinematográficos. En conclusión, la sordidez tanto de la historia como de sus personajes, unida a unos avances en el relato un tanto inexplicables, limitan las posibilidades de la cinta, si bien el producto obtenido no es, ni mucho menos, desdeñable.