domingo, 5 de octubre de 2008

EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS

El escritor irlandés John Boyne ha alcanzado fama mundial gracias a su libro “El niño con el pijama de rayas”, vendiendo más de un millón de ejemplares tan sólo en España y convirtiéndose en una de esas plumas que tienen asegurado el éxito futuro, logro muy difícil en el actual panorama literario.
En dicha novela se narra la historia de un niño, hijo de un alto mando del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial, que tiene que trasladarse con el resto de su familia al ser su padre ascendido y destinado a dirigir un campo de exterminio. En ese nuevo hogar, y ante la ausencia de sus amigos, termina por trabar amistad con un pequeño judío que se encuentra preso en uno de los barracones.
El éxito literario de Boyne se tradujo desde un principio en un gran interés por su adaptación cinematográfica. Pero lo más sorprendente es que haya sido Mark Herman, un realizador británico prácticamente desconocido y cuya filmografía se reduce a comedias como Échale la culpa al botones -desapercibido film protagonizado por Dudley Moore y Patsy Kensit- el responsable del guión y de la dirección de este drama, en colaboración con David Heyman, productor de la saga de Harry Potter y de cintas de acción como Soy leyenda.
El intento de analizar el tema del Holocausto desde un prisma infantil convierte a la primera parte de la película en una conmovedora realización destinada a reflejar la perplejidad de un menor que no acierta a comprender lo que sucede a su alrededor. A partir de ese momento, lo que pudiera ser un largometraje educativo perfectamente recomendable para un público infantil, deriva en una tragedia intensa y desoladora, aunque desprovista de brillantez.
La inocencia infantil y el horror de la guerra son dos elementos de muy difícil combinación que, al mezclarse, multiplican los efectos desagradables que provocan determinados episodios lamentables de la Historia de la humanidad. Cada escena que refleja la injusticia termina por hacerse más insoportable por el mero hecho de estar protagonizada por un niño. Posiblemente estemos ante uno de los desenlaces más desgarradores vistos en una gran pantalla, apto bien para estómagos fuertes, bien para corazones desprovistos de piedad que no se conmuevan ante el sufrimiento ajeno.
El reparto lo integran intérpretes desconocidos, a excepción de los actores Vera Farmiga - Infiltrados, Otoño en Nueva York, El mensajero del miedo- y David Thewlis - el profesor Lupin de la saga de Harry Potter -, quienes asumen papeles de carácter secundario.
Merece la pena destacar la banda sonora del excelente compositor James Horner, ganador de dos Oscar por su música para la premiadísima Titanic y nominado hasta en siete ocasiones por sus composiciones para Casa de arena y niebla, Apolo 13, Braveheart o Una mente maravillosa. De hecho, la melodía de esta película recuerda en gran medida a las del film que contaba la historia del Premio Nobel de Economía John Nash, magistralmente interpretado por el australiano Russell Crowe en el año 2001.

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