lunes, 21 de julio de 2008

UNA CHICA CORTADA EN DOS

El cineasta francés Claude Chabrol, a pesar de iniciar los estudios de farmacia siguiendo la tradición familiar, terminó finalmente (y por fortuna) dedicándose al séptimo arte. Comenzó como crítico de cine en la famosa revista “Cahiers du cinéma” gracias a la cual entró en contacto con algunos realizadores célebres como sus compatriotas François Truffaut, Jean-Luc Godard y Eric Rohmer, junto al que escribió un libro sobre el maestro del suspense Alfred Hitchcock publicado en los años cincuenta. Su salto a la dirección se remonta a la década de los cuarenta para, más tarde, gozar de cierto prestigio a través de títulos como El bello Sergio, Los primos o, más recientemente, Gracias por el chocolate, Borrachera de poder, Asunto de mujeres, No va más y Días tranquilos en Clichy. Este parisino, miembro destacado de la denominada “nouvelle vague”, siempre se ha caracterizado por su estilo dramático y oscuro. De hecho, hay quien ha definido su obra con la siguiente metáfora: “Es chocolate negro, sin leche”.
Ahora presenta su última película titulada Una chica cortada en dos sobre la base de una historia ambientada en la ciudad de Lyon protagonizada por una atractiva joven que trabaja en el mundo de la televisión como chica del tiempo y a la que promocionan en la cadena encargándole un nuevo programa de mayor relevancia. Simultáneamente, se ve situada entre dos hombres que se han enamorado de ella; un joven millonario y un cincuentón escritor de éxito. Como primera reflexión, cabe resaltar que, con independencia de los rasgos diferenciadores de este estreno respecto de su anterior trayectoria, una de las constantes en toda la filmografía de Chabrol es la crítica acerada a la burguesía francesa.
El film, aunque con un estilo narrativo algo excéntrico y poco imaginativo, expone una interesante visión sobre el egoísmo humano ya que la mayoría de los personajes pecan de este defecto, por otra parte tan habitual. Y en un cierto momento de la proyección se alcanza un grado de intensidad que, unido a alguna sorpresa en el desenlace, nos obliga a reconocer en justicia el acierto final de la propuesta, aunque sin llegar al entusiasmo.
En el apartado interpretativo destaca la joven Ludivine Sagnier, quien ya ha estrenado en nuestro país cintas como 8 mujeres o la más interesante La piscina, ambas dirigidas por François Ozon. Incluso ha probado suerte en la industria anglosajona con algunos papeles secundarios como el de la versión que de Peter Pan rodó en 2003 el australiano P.J. Hogan. Actualmente, rueda dos largometrajes de próximo estreno a las órdenes de Jean François Richet acompañada de Vincent Cassel –Promesas del Este, Ocean’s Twelve & Thirteen- y Gérard Depardieu – Cyrano de Bergerac, Matrimonio de conveniencia- . Estamos, pues, ante una promesa que, con toda seguridad, terminará triunfando profesionalmente a nivel internacional.
Destacan también François Berléand - Los chicos del coro, la ya citada Borrachera de poder- y, en menor medida, Benoît Magimel, algo sobreactuado en su papel, y a quien hemos podido ver en La pianista o La flor del mal.

No hay comentarios: