miércoles, 17 de abril de 2024

LA PRIMERA PROFECÍA (The First Omen)



En 1976 un ya veterano Gregory Peck, con sesenta años, acompañado de la actriz Lee Remick, protagonizó la película “La profecía”. Tras la gran repercusión obtenida por “La semilla del diablo” y “El exorcista”, el cine de terror volvió a alcanzar un gran éxito con esta recreación del Anticristo. El maestro Jerry Goldsmith ganó el Oscar a la mejor banda sonora y las salas de proyección de medio mundo temblaron con la mirada de aquel niño que, en honor a la verdad, resultaba satánico. Hasta que llegó el pequeño de “Looper” (que encarnaba al hijo de Emily Blunt en la innovadora cinta protagonizada por Bruce Willis y Joseph Gordon-Levitt), el miedo asociado al rostro de un menor recaía indudablemente en el del terrorífico Damien.

Como ocurriera con la citada “El exorcista”, su recaudación y popularidad generaron secuelas y nuevas versiones. En 1978 se estrenó “Damien: Omen II”, nada más y nada menos que con el respetado actor William Holden en el reparto. Le siguieron “El final de Damien” (1981), con Sam Neill y, pese a ese título de la tercera entrega, una cuarta: “La profecía IV: El renacer” (1991). Incluso se filmó un remake en 2006, donde Liev Schreiber y Julia Stiles asumían los personajes de Peck y Remick.

Ninguno de estos títulos posteriores al original estuvo a su altura y, como sucede habitualmente en estos casos, derivaron en intentos fallidos de estirar artificialmente una historia para conseguir unas cifras de taquilla que, a pesar de todo, seguían menguando. Ahora llega a las pantallas “La primera profecía” tratando de repescar en las mismas aguas esquilmadas por sus predecesoras. No obstante, cabe reconocerle mayor calidad que a aquellas, teniendo en cuenta que la magia y magnetismo de la cinta dirigida por Richard Donner a mediados de los setenta en ningún momento se superan.

Arkasha Stevenson debuta en la realización con este trabajo, revelando su  capacidad para generar tensión y para saber narrar cinematográficamente. Procede calificar su propuesta como correcta, si bien en su inevitable comparación “La profecía” sale perdiendo. Sea como fuere, los espectadores aficionados al género que todavía no hayan visto ésta, quedarán satisfechos.

Tras prometer sus votos como monja, una joven estadounidense viaja a Roma para comenzar su nueva vida como religiosa al servicio a la Iglesia. Sin embargo, una vez allí, se topa con una realidad más lúgubre y tenebrosa de lo previsto. Ello le conducirá a cuestionarse su fe y a descubrir una conspiración maligna para provocar la venida al mundo del hijo de Satanás.

Nell Tiger Free, que ha intervenido en algunos episodios de la serie “Juego de tronos”, se sitúa al frente del elenco. Le acompaña Ralph Ineson (“La bruja”, “The Creator”). Ambos intérpretes cuentan hasta la fecha con escasa popularidad entre el público. A cargo de papeles secundarios figuran los conocidos Sonia Braga (“El beso de la mujer araña”, “Un lugar llamado milagro”), Charles Dance –quien debutó profesionalmente en 1981 con el film de James Bond “Sólo para sus ojos” y que, desde entonces, ha intervenido en infinidad de largometrajes, destacando “Gosford Park” y “The Imitation Game (Descifrando Enigma)”- y Bill Nighy, nominado a la estatuilla dorada de Hollywood por su actuación en “Living” y célebre gracias a su participación en “Love Actually” o “Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto”.

Confiemos en no hallarnos ante el enésimo inicio de otra serie de secuelas. Porque una cosa es que “La primera profecía” supere a otras propuestas de la misma saga y otra muy distinta, que posea base y enjundia para continuar por esta senda. A mi juicio, aquí ya no queda jugo que exprimir.



viernes, 5 de abril de 2024

GODZILLA Y KONG: EL NUEVO IMPERIO (Godzilla x Kong: The New Empire)



Desde un punto de vista cinematográfico, siempre me ha interesado más King Kong que Godzilla y, pese a no situarse entre mis películas preferidas, algunas versiones sobre el gran gorila (las de 1933 de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, la de 1976 de John Guillermin y la de 2005 de Peter Jackson) reunían varios aspectos destacados y alguna secuencia memorable. La famosa creación nipona, sin embargo, nunca me llamó la atención y no recuerdo ninguna adaptación para la pantalla grande que haya despertado mi curiosidad, ni siquiera una concreta escena. Esta deriva que afecta en los últimos tiempos a una parte de la industria del cine, y que se traduce en la máxima circense del más difícil todavía, recurre a la fórmula de unir dos monstruos que han desarrollado carreras por separado, con la esperanza de ofrecer un plus a los espectadores. Sin embargo, el Séptimo Arte no opera como una ciencia exacta y la forma de hacer buen cine no se asemeja a una operación matemática, por lo que en el universo del celuloide las sumas, en ocasiones, restan y aquí nos damos de bruces con una muestra de ello.  

No es la primera vez que King Kong y Godzilla se reúnen. Ni siquiera es la primera vez que se apuesta por esa adición de criaturas terroríficas para llenar las salas de proyección. Me viene a la cabeza la nefasta “Alien vs. Predator”, que perpetró en 2004 Paul W. S. Anderson, o la manifiestamente innecesaria “Freddy contra Jason”, siendo responsable de semejante crimen el hongkonés Ronny Yu en 2003. En todos esos casos, la ocurrencia de acumular engendros se reveló como un despropósito. No hay duda de que “Alien” supuso una importante aportación al ámbito de la ciencia ficción, y tanto la versión de Ridley Scott de 1979 como la de James Cameron de 1986, merecen observación. Incluso la visión ochentera de “Depredador”, dirigida por John McTiernan, ha envejecido bien. Pero, cuando se acumulan sus criaturas, el conjunto resulta ridículo, forzado y gratuito.

Acaba de estrenarse “Godzilla y Kong: El nuevo imperio”, de Adam Wingard, cuya “The Guest” (2014), con Maika Monroe y Dan Stevens, me interesó, por más que no haya vuelto a rodar nada más que yo considere aceptable. En 2021 realizó la anterior “Godzilla vs. Kong” que, como la actual, se alza como un prodigio de efectos especiales y corrección técnica aunque, ya tan avanzado el primer cuarto del siglo XXI, no debería ser condición suficiente.

Quizás algún niño se sienta hipnotizado y entretenido ante determinadas imágenes, pero dudo mucho que suceda lo mismo en la franja de jóvenes y adultos. En mi caso particular, el objetivo no se logró. Los personajes  (humanos o no) no despertaron mi interés, y su trama sobre los problemas de la Humanidad, tampoco. Hasta me dio cierta lástima la figura de Kong que, tras su momento de gloria, ha pasado a exhibirse como, en su día, el “hombre elefante”. Me quedo con su fotograma cayendo desde lo alto del Empire State Building para, a continuación, presenciar aquel diálogo memorable entre el protagonista y uno de los policías. El primero, al ver a la bestia muerta en el suelo, pregunta qué ha pasado, y recibe como respuesta que los aviones le habían abatido. Y, a continuación, rebate al agente con la mítica frase “no fueron los aviones, la belleza mató a la bestia” (“It wasn't the airplanes. It was beauty killed the beast).

En el reparto se encuentra  Rebecca Hall, singular actriz que cuenta en su filmografía con varios títulos destacados, como “El truco final (El prestigio)”, del recientemente oscarizado Christopher Nolan; “El desafío - Frost contra Nixon”, de Ron Howard; o “The Town: Ciudad de ladrones”, de Ben Affleck. Sus dos recientes apariciones en esta saga creada para King Kong y Godzilla no le permiten mostrar su talento, llevando a cabo interpretaciones olvidables.

La acompaña Dan Stevens, visto en la mencionada “The Guest”; “Colossal”, de Nacho Vigalondo; o “La llamada de lo salvaje”, de Chris Sanders. También integran el elenco Brian Tyree Henry (“Viudas”, de Steve McQueen; “El blues de Beale Street”, de Barry Jenkins; “Bullet Train”, de David Leitch) y Alex Ferns (“The Batman”, de Matt Reeves).

No quiero ni pensar qué será lo próximo. ¿Una propuesta que encadene a Drácula con Jabba el Hutt, de la “Guerra de las Galaxias”? ¿A Frankenstein con Lord Voldemort, de Harry Potter? ¿O quizás a “Tiburón” con “Anaconda” o “Pirañas”? Pronunciado en voz alta parece absurdo, pero tampoco sería la primera vez que una absurdez terminara convirtiéndose en realidad.



viernes, 29 de marzo de 2024

SHIRLEY



Determinados proyectos cinematográficos evidencian un propósito educativo y reivindicativo. Su puesta en marcha y su realización están presididos por un objetivo pedagógico y por un afán de protesta que desean difundir. No se trata en modo alguno de un demérito, si bien se les debería añadir algunos rasgos más creativos y artísticos y, sobre todo, una visión narrativa más acorde con el lenguaje del cine. Desde su primera secuencia, “Shirley” no esconde un tono rebelde y de propaganda que impregnará el resto de la proyección. Ya sea como clase de Historia, como elemento divulgativo o, incluso, como desahogo de un descontento ante los despropósitos del pasado y del presente, puede servir. Sin embargo, como muestra del Séptimo Arte y como apuesta para el entretenimiento del público, flaquea más.

John Ridley, ganador de un Oscar por el guion adaptado de “12 años de esclavitud”, se sitúa detrás de la cámara. Tras una extensa carrera como escritor para series televisivas (“El príncipe de Bel-Air”, “Turno de guardia”) y para la gran pantalla (“Giro al infierno” de Oliver Stone, “Tres reyes” de David O. Russell, “Ben-Hur” de Timur Bekmambetov), debuta ahora como cineasta y demuestra, al mismo tiempo, una corrección técnica y una falta de intensidad que se contrarrestan entre sí. Le falta carga de profundidad en el desarrollo de los personajes y mayor credibilidad en la forma de contar una historia basada en hechos reales, pero cuyo permanente barniz didáctico y aleccionador le resta verosimilitud.

Se trata de la biografía de Shirley Chisholm, quien en 1968 se convirtió en la primera mujer afroamericana elegida para el Congreso de los Estados Unidos, representando a uno de los distritos del Estado de Nueva York en la Cámara de Representantes. Durante siete mandatos (de 1969 a 1983) se mantuvo en el Poder Legislativo norteamericano.  Tras las elecciones de 1972, Chisholm se alzó como la primera candidata negra de uno de los principales partidos en aspirar a la presidencia de los EE.UU. Finalmente, el Partido Demócrata eligió a George McGovern, que terminó perdiendo frente a Richard Nixon. También fue la primera mujer de la Historia en postularse a la presidencia de la nación por la citada formación partidista.

La ambientación y la recreación de la época se plasman con corrección, al igual que numerosos aspectos  técnicos del largometraje. Juega a su favor el hecho de que la trama resulta interesante y, para los aficionados al género político, aborda no pocos temas relevantes. Aun así, el visionado completo se torna algo pesado por ese intento reiterado de insertar la moraleja. Su empeño en subrayar lo obvio se revela innecesario y, además, carece de superiores dosis de audacia y valentía a la hora de llevar a imágenes un buen relato como este. Porque realmente merece la pena conocer a Shirley Chisholm. Elegida para formar parte del National Women's Hall of Fame en 1982, el presidente Barack Obama le concedió en 2015 a título póstumo la Medalla Presidencial de la Libertad, considerada el más alto honor civil de los Estados Unidos. Uno de sus eslóganes era “Unbought and unbossed” (algo así como “ni se me compra ni se me ordena”).

Regina King protagoniza totalmente el film. Ganadora de una estatuilla como mejor actriz secundaria en 2019 por “El blues de Beale Street” y, asimismo, productora del presente proyecto, ha actuado en la pequeña pantalla (“24”, “American Crime”, “Watchmen”) y en títulos como “Ray”, “Enemigo público” o “Jerry Maguire”. Realiza una buena labor, destacando sobre sus compañeros de reparto, integrado por el ya fallecido Lance Reddick (“John Wick”, “Asalto al poder”), Terrence Howard (“Crash”, “Iron Man”, “Cuatro hermanos”) -nominado al Oscar como mejor actor principal por “Hustle & Flow”-, Lucas Hedges (“Manchester frente al mar”, “Lady Bird”, “Tres anuncios a las afueras”), Reina King (“Los fantasmas atacan al jefe”) o Ken Strunk (“Carol”). Desde el pasado 22 de marzo se exhibe a través de la plataforma “Netflix”, igualmente encargada de la producción.